Formados en 1978 en Birmingham, Inglaterra ESTILOS: Dance-Pop, Dance-Rock, New Romantic, New Wave, Punk-New Wave, Synth Pop, Contemporary Pop-Rock MIEMBROS: Andy Taylor, Andy Wickett, John Curtis, John Taylor, Nick Rhodes, Roger Taylor, Simon Colley, Simon LeBon, Stephen Duffy, Sterling Campbell, Warren Cuccurullo
BIOGRAFIA
Corren los primeros días de 1980, en pleno período punk. En un panorama artísticamente desolador, con músicos comprometidos que hablan de arte, libros, vestidos y de cualquier cosa..., menos de música, no es de extrañar el repentino interés de EMI por un grupo que hace de telonero en los conciertos de Hazel O'Connors, una ex reina del punk. Se trata de cinco muchachos de aspecto agradable que, milagrosamente, saben incluso tocar sus respectivos instrumentos. No tienen experiencias discográficas a sus espaldas y se descubre que ya cuentan con las gestiones de un management de Birmingham llamado Titrec Organisation. El grupo estaba formado desde hacía cerca de dos años y había sido fundado por John Taylor y Nick Rhodes junto a Simon Culley y Stephen Duffy. Culley y Duffy abandonan la banda al año siguiente y son reemplazados por Roger Taylor en el bajo y por Andy Wickett como cantante. Wickett se despide de la banda a los pocos meses, y casi al mismo tiempo ingresa en la misma Andy Taylor, como respuesta a un anuncio que el grupo había puesto en el semanario Melody Maker.
El punto final lo pone un chico proveniente de la escuela de interpretación de Birmingham que tiene el curioso nombre de Simon Le Bon. Su campo de acción es puramente local, centrado, sobre todo en el club Rum Runner. Los dos propietarios del club son los primeros en intuir la capacidad del quinteto, y poco después se convierten en sus managers con Titrec, encargándose luego de que la banda firme el contrato con EMI Records. El nombre que escogieron para el grupo fue el de un personaje de la película Barbarella, de Roger Vadim: Duran Duran. El primer trabajo de esta banda lleva su propio nombre: 'Duran Duran'. El álbum se apoya en una base de ritmos decididos, aunque inclinados hacia una cierta disco-music para verano, que hacen que el producto sea muy directo y estilísticamente digno: las guitarras suenan agresivas, aunque las mezclas las relegan a un segundo plano, mientras que los instrumentos de cuerda sintetizados predominan en todo el disco. Su truco es esencialmente éste: Duran Duran había estudiado todas las formas estilísticas de frasear de los últimos años (excepto el punk), y a ello le añadió un cierto dramatismo de sabor cinematográfico.
Una parte del mérito ha de ser, seguramente, atribuida al productor, Colin Thurston, que forja un sonido muy actual y un estándar de grabación muy alto. El éxito es inmediato: a los pocos días de la salida del álbum, ya hay cientos de seguidores de Simon Le Bon atestando el Blitz Club, local londinense de moda. Inmediatamente después de este éxito, Duran Duran entra por la puerta grande en el pop internacional, y sus rostros se hacen familiares a los televidentes de medio mundo. Los críticos ingleses, como siempre, empiezan exaltando el trabajo del quinteto, y seguidamente, apenas aquéllos alcanzan el éxito, los tiran a la basura y les pronostican una vida artística breve. En efecto, entonces nada hacía prever la avalancha de popularidad que luego arrollaría a Duran Duran. Más tarde algunos ilustres casos demostraron que los críticos no estuvieron muy desencaminados al juzgar efímero al movimiento new romantic. La diferencia es que Duran Duran puso en el plato de la balanza, además de su música, sus caras y su interesante imagen, y el peso de la balanza se inclinó a su favor.
El éxito de su primer álbum transforma a Duran Duran en una mercancía muy valiosa para los promotores de conciertos, y el quinteto no pone reparos: tocan en donde sea y siempre con gran convicción. El extenuante trabajo de las giras parece no afectarles, y pronto adquieren fama de incansables trabajadores. El álbum, los singles y los vídeos recorren el mundo haciendo las funciones de embajadores en los países donde no actúan los Duran Duran. También se desenvuelven en la escena londinense, dejando cada vez menos espacio a los talentos efímeros. El Blitz cierra las puertas, y el Club For Heroes, dirigido por Steve Strange, de Visage, se convierte en el nuevo templo de los romantics. La música ya no es exclusivamente tecno-pop: también comienza a asimilarse la música negra representada por los clásicos de la Motown de los años sesenta, por los nuevos abanderados del rap y por las potentes producciones de Chic. Por tanto, se va a la búsqueda del ritmo tras años de baterías desacompasados y de bajistas improvisados. Los Duran Duran, que han hecho bandera del ritmo, se convierten, con pleno derecho, en los principales protagonistas del género.
La puesta en marcha del segundo álbum es preparada con gran cuidado, y su producción empuja a Duran Duran hacia unas formas más radicales. No esconden su pasado de dandies, pero se renuevan para confirmar una presencia muy discutida por muchos. En los últimos meses de 1981 y los primeros de 1982, viajan continuamente de ciudad en ciudad en frenéticas actuaciones ante miles de espectadores.En marzo se apagan los motores de la gira, y el grupo entra en los Air Studios de Londres para realizar lo que será su primer gran éxito. En mayo ya está listo el disco y es publicado en todo el mundo a la vez. En EMI saben hacer las cosas a lo grande. El álbum, titulado ‘Rio’, tiene rarísimos momentos de bajo nivel e incluye una serie de temas de éxito inmediato producidos de forma muy "aguda" por Colin Thurston. Aquellos temas no tardan en invadir las listas del mundo entero. La composición más significativa del disco, si no de toda la carrera de la banda, es ‘Save a prayer’, publicada como single en agosto: lanza definitivamente a Duran Duran en Estados Unidos. En Inglaterra el tema todavía no suscita tanto entusiasmo, aunque alcanza uno de los puestos más altos en las listas.
En ‘Rio’ hay una colección de éxitos para todos los gustos, y, obviamente, los éxitos de ventas se transforman en una apoteosis para Duran Duran. Pasados dos años, actúan ante unas pocas decenas de espectadores en el 'Rum Runner' de Birmingham. A partir de este momento el mundo entero los acoge con los brazos abiertos. Duran Duran pasa la mayor parte de 1982 en una gira mundial y suscitan, dondequiera que van, un fanatismo digno de las bandas más ilustres: Australia, Japón, Estados Unidos, Canadá, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Alemania, Portugal, Holanda, Francia, Bélgica, con un gran final en su patria. Llega el momento de la British invasion. Duran Duran, que tienen varios vídeos en circulación, todos ellos muy espectaculares, se convierte en asiduo cliente de la MTV (la primera televisión de vídeos musicales). Los jóvenes americanos, perennemente conectados a aquella antena rock, quedan atrapados por el glamour de Duran Duran y acuden en masa a comprar sus discos.
Muy a menudo, todo esto se limita a un vasto fenómeno de culto, pero en el caso de Duran Duran sus conciertos ofrecen motivos más válidos, y demuestran que cuanto se contempla en sus vídeos se corresponde con una fascinante realidad: los tres Taylor, Nick Rhodes y Simon Le Bon son guapos; y, se supone, también ricos. Dado el éxito de sus vídeos en América, Duran Duran decide hacer una recopilación de vídeos que también comprende ‘Is there something I should know’, un tema inédito que es publicado como single el 1 de marzo de 1983: en sólo seis días alcanza el primer puesto de las listas. Duran Duran ya se había convertido en un éxito con garantías, y, en efecto, el single es más estimulante e innovador, las atmósferas se han hecho más decididas, y Simon canta con una furia hasta entonces desconocida. Mientras tanto, Duran Duran continúa con sus extenuantes giras promocionales. El star-system aún no los había engullido, y Simon y compañía aún eran divos de dimensiones humanas. Su siguiente destino fue el estudio de grabación, donde se gestaron las bases del álbum que sigue a ‘Rio’.
18 eficaces canciones no les bastan para ser definitivamente consagrados en el Olimpo. Necesitan un disco maduro y éste es el proyecto que llevan a cabo con 'Seven and the ragged tiger'. Duran Duran no se limita a utilizar los magníficos estudios franceses, sino que también sabe aprovechar los viejos Air Studios londinenses, mientras preparan las mezclas en Sydney. Duran Duran y sus managers se muestran muy atentos a los cambios de la moda. La imagen del quinteto se hace cada vez más viril, con los extremos opuestos de Simon Le Bon, metido en su nuevo papel de macho-idol, y Nick Rhodes, que es el único que aún usa encajes y abundante maquillaje. Mientras el grupo se prepara para una nueva gira mundial, se publica por fin su tercer álbum, con su portada, como siempre, inspirada en la aventura: un presunto mapa de un tesoro semioculto con una elegante fotografía del quinteto, que aparece cada vez más torvo, aunque, en realidad, son alegres y simpáticos. El tema que abre el disco es ‘The reflex’, bastante cautivador, y de un tono bailable que le garantiza larga vida en las discotecas.
Éste se convierte en uno de los temas fijos de sus actuaciones, hasta el punto de que el vídeo de ‘The reflex’ es grabado en un concierto en Toronto: una gran pantalla puesta sobre el escenario hace llegar hasta las últimas filas primeros planos de Simon Le Bon, quien ha madurado como showman y se mueve con programada desenvoltura consiguiendo a la vez dar cierto equilibrio al impacto general. Los fans sólo tienen que esperar sus indicaciones para aplaudir, batir palmas y corear, además de pedir numerosos bises, tantos, que cerca de la mitad de un concierto de Duran Duran está constituida por lo que solicitan los fans. Volviendo al álbum, la impresión que causó fue que no estaba perfectamente hecho, aunque se convirtió en un best-seller. Las pocas ideas de ‘Seven and the ragged tiger’ no tienen punto de comparación con la fuerza y la armonía de ‘Rio’. En algunas de sus letras, el estereotipo del grupo aventurero que relata las fantasías más increíbles obliga a Duran Duran a limitar sus ámbitos compositivos, y quizá no sea descabellado afirmar que su vena creativa, al menos en lo que respecta a este aspecto, se haya agotado con ‘Rio’.
Los fans de todo el mundo no hacen razonamientos de este tipo y corren a comprarse el nuevo disco de sus bienamados, y esta vez el éxito es planetario, sin sombras ni puntos negros. El obstáculo más difícil de saltar es Estados Unidos, donde Duran Duran ya contaba con un buen número de fans y donde se abre un mercado gigantesco. Los discos de oro y de platino ya son incontables, y MTV emite sus vídeos más famosos en continua rotación, obligando, incluso a quienes no están interesados, a conocer al dedillo las producciones de los cinco de Birmingham. Ya han pasado cuatro años desde su tímido debut, y de los centenares de grupos new dandies sólo quedan dos: Spandau Ballet, muertos y resucitados, y ellos, los Duran Duran, que habían sido predestinados por los críticos a una muerte prematura. Quizá la verdadera fuerza de Duran Duran reside precisamente en su capacidad para reciclarse una y otra vez, incluso cuando parecía que todo estaba perdido. Cuando los acusaron de ser remilgados, respondieron con un disco armonioso e intenso como ‘Rio’; y cuando les reprocharon por ser unos duros improvisados, respondieron con un stage-act realmente memorable por su potencia y vivacidad.
Su popularidad ya alcanzaba a las estrellas. En estas condiciones llega Duran Duran al otoño de 1984. El verdadero momento clave es el de la publicación del single ‘The wild boys’, que se convierte en todo el mundo en un himno de la juventud justa, de mente despierta, adaptada a los tiempos, capaz de inventar modas y de inspirarse correctamente en los modelos inventados por los medios de comunicación. Acompañada por un eficaz y apocalíptico vídeoclip, ‘The wild boys’ se convierte en una banda sonora ininterrumpida para los días de estudio y las noches en la discoteca. Duran Duran junto con Timberland y Moncler son los vértices de un triángulo juvenil que fascina a los propios ingleses, creadores, desde siempre, de modas y estilos de vida al compás de la música. En medio de su gira mundial, que prosigue sin reposo, Duran Duran hacen un alto en Italia, en la magnífica vitrina internacional que representa el festival de San Remo. Su permanencia en la Riviera duró tres días, un week-end que difícilmente olvidarán en San Remo.
Los salones del Hotel Royal estaban vigilados día y noche para impedir que centenares de fans arrollaran a sus ídolos, mientras que las entradas estaban obstruidas por masas ingentes, capaces de esperar horas para ver un solo segundo a Duran Duran. Sus conferencias de prensa estaban siempre abarrotadas, y el teatro Ariston parecía que iba a estallar la noche en que cantaron ‘The wild boys’. El viernes ocurre un incidente que la compañía discográfica intenta minimizar: Duran Duran da una fiesta. El acontecimiento es único, se toman ríos de alcohol y de no se sabe bien qué más; Simon y compañía se encuentran en condiciones desastrosas a la mañana siguiente. Simon intenta bajar la escalera, pero cae rodando por ella. Resultado: una rodilla enyesada y la inmovilidad en sus siguientes actuaciones. Duran Duran deja Italia sobre la estela de un éxito que se puede calificar de clamoroso; y, días después, llenan en dos noches consecutivas el Madison Square Garden de Nueva York. Es la señal de su definitiva consagración en Norteamérica y de un éxito que supera todas la previsiones iniciales. Por Duran Duran se movilizan los fotógrafos, que, armados con sus cámaras, acechan durante horas en las rutas por las que Simon y Nick suelen pasar. Cuando ‘Arena’, su nuevo álbum, llega a las tiendas de discos, el momento mágico de Duran Duran resurge con toda su fuerza. ‘Arena’ es un disco grabado en directo y constituye el fin de la primera etapa de la vida artística de Duran Duran, ya que después muchas cosas cambiarían. El público se entera de las nuevas tensiones artísticas en el interior del grupo en marzo de 1985, cuando aparece en las tiendas de discos un nuevo protagonista que encabezará las listas durante meses: el álbum ‘The Power Station’, del grupo homónimo. Pero los fans se quedan de piedra cuando descubren que tras estos Power Station están los hermanos Andy y John Taylor, que han salido libremente de Duran Duran y que, por el momento, cuentan con la sabiduría musical de dos viejos zorros como Robert Palmer y Tony Thompson. El resultado de este brain trust es una música dinámica, agresiva y bailable. En este punto, todos se preguntaban si era el principio del fin.
Una respuesta parcial es la producción por parte de Duran Duran del single ‘A view to kill’, banda sonora de un nuevo capítulo de la serie James Bond. Pero las sorpresas no acabaron ahí. The Power Station no es el único momento de libertad en la formación. En el otoño de 1985, también Simon Le Bon consigue su voz, cuando con Nick Rhodes y Roger Taylor forma Arcadia y publica el álbum ‘So red the rose’, de sonoridad muy cercana a la de Duran Duran. Toda esta actividad hace más intensos los rumores de su disolución, o cuanto menos, de un replanteamiento de la base del grupo. Pero esto no parece preocupar excesivamente a los miembros de la banda: incluso Simon encuentra tiempo para casarse con la bellísima Yasmine, y también Nick encuentra una compañera con la que se casa en Nápoles, acontecimientos que provocan gran disgusto a las miles de fans esparcidas por el mundo, y en particular a Clizia Gurrado, autora de un libro, del que luego se haría una película, titulado Casada con Simon Le Bon. Es en ese momento cuando asombran a todos con un nuevo álbum, titulado ‘Notorius’, en diciembre de 1986, y con una nueva formación.
Los nuevos Duran Duran son Simon Le Bon, Nick Rhodes y John Taylor, quien grabó sus partes musicales en cuatro temas antes de dejar la banda. El disco, coproducido por el grupo y Nile Rodgers, llega muy ajustadamente a entrar en el Top 10 británico. En abril, la banda participa, junto a Peter Gabriel, Kate Bush, Lou Reed, Bob Geldof, Jackson Browne, Erasure, Nick Kershaw, Joan Armatrading y Mark Knopfler, en el concierto benéfico 'The secret policeman's third ball', organizado anualmente con el fin de recoger fondos para Amnistía Internacional. En aquella ocasión, la banda tocó ‘Save a prayer’. En mayo, Andy Taylor debuta con su primer álbum en solitario, ‘Thunder’, que tiene escasísimo éxito. Al mismo tiempo, el grupo se prepara para una larga gira por Europa, que tiene lugar en primavera.
El trío, con el apoyo de la guitarra de Steve Ferrone y de la batería de Warren Cuccurullo, actúa ante legiones de fans. Y según el viejo lema de equipo que vence no se cambia, también contratan a los dos músicos de estudios para su próximo disco. El nuevo disco se titula ‘The bigthing’, y en noviembre se edita simultáneamente en todo el mundo. Enseguida se organiza una nueva gira. A su lado tocan siete músicos de estudio. El año 1989 parece constituir una etapa de silencio absoluto para la banda, pero en noviembre aparece, con ocasión del décimo aniversario de su fundación, la antología ‘Decade’, un disco que mantiene la línea de sus éxitos tras un largo período de inactividad.