Muddy Waters
En castellano, 'muddy waters' significa 'aguas fangosas' y ése es el nombre artístico que tomó McKinley Morganfield, una de las figuras claves en el desarrollo del rhythm and blues y uno de los máximos responsables de hacer saltar la música desde el viejo blues electrificado hacia nuevas perspectivas. Nacido en 1915, a los trece años tocaba armónica y a los diecisiete, la guitarra, todavía en línea con el blues más tradicional. Tanto, que Alan Lomax le grabó algunas canciones entre 1941 y 1942 para sus álbumes étnicos con destino a la Biblioteca del Congreso. Cuando llegó a Chicago, a comienzos de los cuarenta, estaba considerado como un maestro de la slide guitar. Y Chicago le convirtió en un poderoso guitarra eléctrica capaz de empezar a transformar la música de baile de la ciudad. Como tantos músicos de la época, compartía las actuaciones nocturnas en los más diversos locales, con trabajos poco especializados: una fábrica de papel, conductor de camiones... Sus primeras grabaciones fueron en 1946 para el sello Okeh, que dependía de la CBS, pero no verían la luz hasta treinta y cinco años más tarde, cuando el sello lanzó su 'Okeh Chicago Blues' y a Muddy le quedaban tan sólo dos años de vida. De Okeh pasó a Aristocrat, que luego se convertiría en Chess, y allí dejó lo mejor de su obra a lo largo de muchos años.
Aseguran los críticos especializados que la mayor virtud de Waters es haber logrado dar al blues todo el ritmo y la potencia que necesitaba para convertirse en rhythm and blues, pero sin perder la mayor parte de las virtudes del blues rural sureño: su tristeza por la tierra abandonada, su impulso sexual, sus toques de superstición cajún y vudú... Otra de las aportaciones de Waters fue el paso del cantante individual, como por aquellas épocas era John Lee Hooker, que se acompañaba a la vez a la guitarra y a la percusión, golpeando una tabla y un pedal con los pies para marcar el ritmo al estilo de los hombres orquesta, a la pequeña formación, que fue un directo antecedente de los grupos de rock. La banda de Muddy incluía un batería, que habitualmente era Elgar Edmonds o Elgin Evans, una segunda guitarra, Jimmy Rogers, un pianista, Otis Spann, y una armónica, Little Walter. Con esta formación básica empezó a interesar a las audiencias blancas, fundamentalmente a través de la radio, pues era infrecuente que los jóvenes blancos acudieran a bailar a locales negros y viceversa. Eso hizo que varias de sus canciones tuvieran ventas superiores a lo que era norma de la música negra en la época, que algunas fueran interpretadas por artistas blancos y que la mayor parte fueran censuradas por las emisoras blancas por su carga de sexualidad, su doble sentido y porque muchas de sus expresiones resultaban ininteligibles para quienes no estuvieran en el secreto del argot de los guetos negros.
Cuando apareció el rock and roll y empezó el predominio de los Elvis, Holly, Cochram o Lee Lewis, los jóvenes americanos blancos empezaron a alejarse de formas tan broncas y primitivas de entender la música como era el r&b y prefirieron artistas negros como Sam Cooke y toda la nueva generación de baladistas, lo que hizo suponer a muchos que Muddy Waters y toda su generación, cumplida su misión de puente entre dos épocas y dos culturas, debía desaparecer para dejar paso a la nueva música. Si no fue así, se debe a las audiencias británicas. Su primera gira por Inglaterra fue en 1958 y allí se dio cuenta de que todo el prestigio que parecían haber perdido en América era aquí respeto extremo por sus formas musicales. Cuando los Rolling Stones decidieron titularse así, la idea de su nombre la tomaron de una canción de Muddy Waters, lo que le hizo confesar una vez al viejo bluesman: 'Me robaron mi música, pero me devolvieron el nombre'. Y efectivamente, fue Inglaterra el país que mejor adoptó a Muddy Waters y otros artistas de rhythm and blues y fueron gentes como los Beatles y los Rolling quienes devolvieron a los músicos de color americanos el orgullo por su buena obra y demostraron que las raíces de todos los éxitos blancos estaban en aquellos pioneros de color. Años después, la industria americana le premiaría con diversos premios Grammy, pero el primero no llegaría hasta 1971, con el álbum 'They call me Muddy Waters'. También él dio la alternativa a músicos blancos. En los sesenta grabó en América con acompañantes como Paul Butterfield y Mike Bloomfield y, en el 72, realizó las 'London Muddy Waters Sessions' con lo más granado del blues británico. Prueba de su prestigio fue su aportación a 'The last waltz', el álbum y película de despedida de The Band, donde cantaron famosos artistas del momento.